Desconozco si algún lector de este blog es colombiano, pero creo necesario aclarar que no es lo mismo hablar de Colombia que del presidente Álvaro Uribe.
A comienzos de este mes, se armó un revuelo por las opiniones del Ministro de Defensa de Ecuador, Oswaldo Jarrín, quien afirmó que Ecuador no considera terrorismo a la guerra que desarrollan las FARC contra las fuerzas estatales colombianas.
Desde entonces, se han vuelto más intensos los rumores sobre la salida del canciller Antonio Parra, un hombre decente que se ha plantado firme ante las pretensiones colombianas de involucrar al frágil Ecuador en una guerra que no le corresponde.
Como ya es obvio, los medios en Colombia han cerrado filas a favor del Plan Colombia y de la estrategia de Uribe para ‘botar’ el problema de la guerrilla al Ecuador. En ese contexto, no es difícil entender que la declaración del ministro Jarrín fue duramente criticada en el norte.
¿Cuál es el efecto de que Ecuador considere terroristas a las FARC?
Para efectos de diplomacia: muchos. Si Ecuador ve como terroristas a las FARC, implícitamente acepta que hará todo lo posible para ayudar a Colombia a liberarse de ese terrorismo. Hay muchos convenios internacionales que invocan a la solidaridad entre países para luchar contra el terrorismo.
Pero para efectos intra-colombia: ninguno. Para Uribe las FARC no son terroristas, de lo contrario, no habría comisiones de paz ni delegados presidenciales para conversaciones de paz. ¿Se conversa con terroristas? ¿Se imagina a LFC sentandose a negociar con Alfaro Vive Carajo? Si ni para el presidente Uribe las FARC son terroristas, ¿por qué habrían de serlo para el ministro Jarrín? Presionar al Ecuador para una declaración que, en la práctica, Colombia no cree, es sencillamente hipócrita.
Ni en sueños se puede pensar que los medios colombianos critiquen a su bien-amado presidente Uribe, cuando él se alista a conversar con la guerrilla o cuando nombra a Andrés Pastrana como embajador en EE.UU. Cuando el gobierno de Ecuador dice que las FARC no son terrorismo ¡Alarma! ¡Escándalo! Pero el mismo gobierno colombiano pone en un cargo clave al comedido que regaló soberanía a las FARC, está muy bien.
Ahora, Ecuador y el gobierno ecuatoriano (que tampoco son lo mismo, gracias a Dios) enfrentan fuertes presiones para regresar a la política de pantalones caídos que caracterizaba a Patricio Suquilanda. Este lunes, las organizaciones de DD.HH. en Ecuador han responsabilizado a Palacio por el futuro de la política exterior luego de la inminente salida de Parra: aún si nombra a un nuevo canciller con la misma línea de soberanía, éste tardará meses en retomar las conversaciones con la canciller (¿cancillera?) colombiana en el punto en que están ahora: o terminan las fumigaciones o nos vemos en las cortes.
Reflexión que poco tiene que ver con lo de arriba: aunque el canciller Parra debió haber estado en cualquier lado menos en las protestas de abril, su gestión resume mucho del reclamo forajido de Quito, pero ni una persona se ha hecho presente para gritar en las calles a favor del canciller. Esa forma ‘forajida’ de actuar luego de consumados los hechos es una garantía de que nunca vamos a consolidar una propuesta, sino quedarnos en una quejosa reacción. Mala onda.
Monday, September 12, 2005
Subscribe to:
Post Comments (Atom)
No comments:
Post a Comment