Como me aventuré a sugerir, el Congreso declaró vacante la presidencia constitucional toda vez que el gobernante se volvió dictador.
Justo.
Más apegado a la ley hubiese sido que las FF.AA. le hagan firmar una renuncia obligada antes de subirlo al helicóptero, pero en fin.
Mientras los políticos se reubican en el nuevo orden, el mundo de los medios de comunicación ya receptó el rechazo masivo de quienes protagonizaron esta rebelión y buscan lavarse la cara: Patricia Terán y Bernardo Abad han insistido en que la cobertura de sus noticias ha sido imparcial. Teleamazonas Tv tuvo el tiempo hasta para hacer una declaración con claqueta y todo, seguida de una publicidad del noticiero que incluye la oferta de información ‘imparcial y objetiva’. Otros medios simplemente creen que con pasar esta información están reivindicándose. En verdad faltará mucho tiempo para que los medios recuperen su teórica credibilidad, incluso revelando un olfato poco experimentado de este crítico. Mea culpa.
Por email recibí este artículo de Roberto Aguilar que debió salir en El Universo hace un par de días:
La televisión no está en nada
Escrito el pasado sábado 16 de abril (nota agregada a petición del autor)
Roberto Aguilar
La gente llama a la radio para quejarse de la TV. Una señora protesta
porque los canales no cubren lo que está ocurriendo en Quito. Otra
asegura que todos los noticieros –no hace distinciones– son unos
vendidos. Un joven los está viendo y comprende que
no hay cómo creerles nada, se comunica con la radio y grita su
indignación al mundo. Para eso, para que los inconformes griten su
indignación al mundo, radio La Luna, la del cacerolazo quiteño,
mantiene abiertos sus teléfonos y sus micrófonos durante todo el día.
Y la gente no para de llamar. Muchos van personalmente a los estudios,
donde Paco Velasco, el director, recibe a todo el mundo. Están hartos.
No sienten el menor respeto por ningún político, empezando por
“Bucaram y su edecán”, a quienes detestan. Están hartos del Gobierno,
de la Corte y del Congreso. Y, con igual irritación, están hartos de
la TV. De pronto, alguien telefonea y dice: vamos a los canales para
gritárselo en la cara. Y los participantes del cacerolazo, que lo
escuchan, dicen sí, vamos, vamos a gritárselo en la cara. Y van al
canal que está más cerca.
Es la noche del viernes 15 de abril. Sólo en la avenida de los Shyris,
15.000 forajidos, así los llama el Coronel, se manifiestan pacífica
pero ruidosamente. Grupos de entre cien y un millar de personas hacen
lo propio en Monjas, La Vicentina, Conocoto, Villa Flora, avenida
América, Amazonas, Cumbayá, Sangolquí… Sumando todo eso, más los miles
de carros en caravana por las principales avenidas, más los centenares
que llaman a la radio, resulta una multitud quizá más grande (por no
hablar del impacto en el conjunto de la ciudad) que la que reunió
Bucaram en Guayaquil. Ya vendrá él a decirnos que a lo suyo fueron
quinientos mil, quién le cree. Por cierto ¿cuántos fueron? Nadie dio
cifras, solo Teleamazonas mostró unas reveladoras tomas de la 9 de
Octubre semivacía. El caso es que, en esa ocasión, seis canales,
incluso Teleamazonas, pasaron ‘en directo’ el acontecimiento y le
dedicaron más de tres horas del día en que murió el Papa. Hoy, apenas
si se conectan en esporádicos flashes informativos con el cacerolazo.
En la tribuna de la Shyris, una televisión transmite la telenovela de
las nueve, a vista y paciencia de los manifestantes. A pocos metros de
ahí, el personal de la unidad móvil de Ecuavisa mira el fútbol por
Canal Uno mientras espera la hora del flash.
Pero el problema no es cuánto cubrieron los canales, sino cómo. Apenas
me voy a referir a los que no lo hicieron. TC, que la noche del
jueves, con 12.000 personas en la calle, hablaba de “decenas de
manifestantes” (así mintió Sandra Grimaldi) y luego mostraba tomas de
la 10 de Agosto, donde no había nadie (en ese momento). Y Gamavisión,
que la mañana del viernes despachaba la noticia en su segmento “En
resumen” y se dedicaba a hablar del tema eléctrico. Canales vendidos
al Coronel en espera de que exculpe a sus banqueros, o ex banqueros, o
lo que sean esos prófugos de apellido Isaías. Es una vergüenza. Lo
suyo no es periodismo sino mercenarismo. Como aquí hablamos de
periodismo, no cuentan. El problema son los otros canales, los que no
mintieron sobre los cacerolazos ni los minimizaron (tanto), los que
cubrieron el tema y abrieron con él su edición nocturna (aunque solo
el tercer día) pero, aun así, fueron incapaces de comprender lo que
estaba ocurriendo y de transmitir al país siquiera una idea lejana de
la naturaleza de las protestas. El viernes conversé por teléfono con
amigos de Guayaquil y Cuenca: o bien no tenían idea del asunto, o
tenían una muy distorsionada. Claro, ¿cómo se iban a enterar? Radio La
Luna no llega a esas ciudades.
Es increíble: ningún canal hizo un reportaje sobre La Luna. Ninguno.
Entrevistaron a Paco Velasco, sí, pero nadie contó la historia. La
historia de cómo él abrió los teléfonos durante todo el miércoles, día
de paro, para que la gente se expresara con libertad a través de su
señal. Cómo fueron congregándose en torno a ella miles de ciudadanos
decepcionados de sus líderes, frustrados de ver cómo su paro
provincial se convertía en una tragicomedia de segunda, incrédulos al
comprobar que el vencedor del Cenepa era incapaz de bloquear una
ciudad tan fácil de bloquear (pregúntenle al MPD) como la larga y
angosta Quito, con sus vulnerables vías de conexión con los
estratégicos valles. Cómo esa gente, al caer la tarde, cuando medio
Quito estaba oyendo La Luna, quiso hacer algo para salvar los muebles
y empezó a proponer ideas en la radio. Cómo se impuso, poco a poco, la
idea del cacerolazo, e inmediatamente corrieron los mensajes en la
Internet y en los celulares, mensajes de los que todos los
periodistas de la televisión estaban al tanto. Porque el fenómeno de
comunicación de masas más espectacular que recuerde el país sucedía
ante sus ojos, pero no se dieron cuenta. Después de todo, son gente de
medios, ¿por qué habrían de interesarse en los medios?
Nuestra televisión es como el perro de Pavlov: responde de manera
predecible a estímulos básicos. Si la noticia es “concentración
masiva”, entonces instala unas cámaras en las terrazas y otras en la
tarima, y entrevista a las personalidades principales. Si es una
marcha, dispone unidades a lo largo de la ruta. Si en la tarima está
Bucaram o Nebot o Paco Moncayo, transmite ‘en vivo’ por espacio de
tres horas. Pero si uno de esos ingredientes falta o se altera,
entonces estamos perdidos porque se trata de un estímulo complejo. Y
eso, para nuestra televisión, es chino. En los cacerolazos, ocurre que
no hay ruta ni tarima, ni personalidad que pueda hablar ante las
cámaras a nombre de la manifestación. Sin embargo, para los canales se
trata de una manifestación como otra cualquiera. Grande, sí, pero
igual a otra cualquiera. No saben valorar el hecho, inédito en la
historia de nuestra democracia, de que esa multitud se ha
autoconvocado. A esas 20.000 o más personas no las llamó ninguno de
los habitúes de los estudios de TV. Ni el alcalde ni el prefecto, ni
el de la colita ni los Rugrats 25, como les dicen. Se llamaron solos.
Pero cuando llegan los reporteros a la Shyris, lo primero que hacen es
buscar al alcalde o al prefecto (que no están), al de la colita o a
Blasquito, al coronel Hernández o a los Ciudadanos por la democracia.
En lugar de contar la historia de cómo ellos no tienen nada que ver
con el asunto o, en todo caso, no más que cualquier otro. Y luego
quedan encandilados con boberías, como el reventón de los globos del
jueves, suceso absolutamente marginal que recibió cobertura especial
en todos lados, qué bonito, qué creativo. Pero del condumio, nada: por
qué esos 20.000 están ahí; cuánta determinación se contiene en una
autoconvocatoria tan masiva; cómo todo esto es determinante para el
país. Para todo el país. Los cacerolazos de Quito son más
significativos que la marcha blanca, la marcha de la capital y la
marcha de Abdalá juntas. Si no por sus dimensiones, sí por su
naturaleza. Pero la TV no puede verlo. Y el país tampoco, por su
culpa.
raguilarandrade@yahoo.com”
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