(La gente quiere que cambien los políticos, y Wilfrido Lucero se pinta el pelo: ufff!!!)
Algo a lo que no he encontrado explicación es la doble calidad de Félix Narváez: en el Congreso es un excelente periodista, tanto que hasta se le puede perdonar las microondas falsas: tiene las noticias más fiables, consigue las declaraciones precisas de acuerdo al momentum político y hace las preguntas más sarcásticas; pero cuando se trata de entrevistas en el set, nada de eso se ve. El noticiero para Quito que realiza Félix es la mejor invitación a ver los goles del campeonato en otro canal (precisamente porque Ecuavisa es de los pocos que no tiene los goles).
¿Será que el feeling del Congreso lo despierta?
Debieran intentar hacer un programa exclusivamente para él desde el Congreso, o poner el mural de Guayasamin en el plasma-tv en lugar de Gabriela Baer.
El caso es que, aunque Narváez ya es casi parte del activo fijo del Legislativo, en la semana anterior tuvo un tropiezo bien sonoro: había denunciado que el presidente del Congreso (otro que ya parece adherido a una curul), Wilfrido Lucero, usó fondos públicos para contratar una agencia de publicidad que, entre otras estrategias para “modernizar” al Congreso, le había sugerido el lifting y el implante de cabello con el que Lucero nos sorprendió hace un par de semanas. El joven Lucero desmintió al periodista y exigió una disculpa pública.
En el reportaje del día siguiente, Narváez puso en contexto el reclamo de Lucero diciendo: “Ayer, este noticiero había dicho que Lucero…” Lo dijo así, impersonalmente, como si otro hubiera metido las de andar y él no supiera quién fue. Alfonso Espinosa de los Monteros hizo la aclaración y ofreció disculpas a nombre del noticiero.
Aparte del paso en falso de quien termina siendo el periodista estrella de Ecuavisa en los momentos en que los noticieros más rating tienen (por ejemplo, cuando se declara un abandono del cargo o cuando se declara incapaz mental a un presidente), llama la atención el hecho de que, cuando un político de los pesados reclama, un medio de comunicación se disculpa (y en horario estelar); si hubieran acusado a cualquier Juan Piguave, la rectificación la diría, por poco, Tania Tinoco a la una de la mañana. Este tipo de cosas pasan en un país donde todos son iguales… pero unos son más iguales que otros.
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