El gobierno ecuatoriano ha denominado "Revolución Ciudadana" al concepto que busca lograr en su administración. Técnicamente no será una revolución, pero sí podría ser una profunda reforma social si se logra desmontar las mafias que lucran del desmantelamiento premeditado e intencional del aparato estatal.
Si nos queremos atener a lo que Rafael Correa entiende por "Revolución Ciudadana", es menester recordar que en continuas oportunidades el Presidente ha señalado que los retos que enfrenta este proceso comprenden tanto amenazas externas como debilidades de los propios actores que intentan llevar a cabo esta pretendida revolución.
Una debilidad natural a la forma de ser del ecuatoriano es crear división interna. El gobierno ha usado múltiples denominaciones para aquellos grupos que -con buena intención pero con equivocada forma- han causado problemas al proceso:
1.- Denominó Infiltrados a quienes criticaron el TLC (Tratado Lucio-Correa) que significó enviar al Congreso el decreto 002 para convocar a consulta popular.
2.- Fueron Manipulados y Utilizados, quienes protestaron contra las concesiones mineras y petroleras hace algunos meses.
3.- Se llamó "ambientalistas radicales" a quienes afectaron la imagen del gobierno a propósito del decreto 486. (Lamento no haber encontrado el link en la versión escrita, pero la cadena sobre el tema está aquí).
Creo que también es peligroso perder el sentido de auto-crítica. En una entrevista con Revista Vanguardia, Alberto Acosta también reclamaba mayor crítica desde las propias filas del gobierno.
Me preocupa que mucha gente cierre los ojos a los errores del gobierno y crea que todo lo dicho por Correa es palabra divina. El gobierno nacional, como toda organización, está formada por seres humanos - imperfectos. Es por eso que el gobierno no es perfecto.
Un error reciente fue haber promulgado el Decreto Ejecutivo 486 (sobre la pesca incidental de tiburón) sin haber dado suficiente explicación a la población y sin prever los mecanismos de control ANTES de autorizar la venta de aleta de tiburón. Si la emisión del decreto hubiese esperado a que la gente conozca que el decreto anterior era una farsa y que de hecho existe el contrabando de aletas desde hace años, no hubiera generado tanto rechazo ese decreto. Sin una preparación suficiente, la población puede ser fácilmente influenciada por la manipulación mediática que, para qué también, si ha existido.
Tal vez el problema habría sido que, para cuando se preparaba el terreno para el decreto, haya pasado el 30 de septiembre, día de las elecciones. No me queda duda que el Presidente, mientras firmaba el decreto en cuestión, tenía en mente consideraciones electorales.
Hay falta de crítica en los comentarios que defienden a rajatabla el famoso decreto cuando hasta el propio presidente admitió que merece hacerse cambios. Hace rato me convencí que el manual del marxismo tiene justificaciones para cualquier tipo de cosas.
Hay falta de crítica en los posts que ahora ven como oportunismo la atención que la prensa ha dado al decreto políticamente-orientado sobre los tiburones. Creo que es misión de la prensa cuestionar las decisiones de los poderes públicos cuando éstas no se toman sobre la base del interés común sino para un interés particular (de la lista 35, de los pescadores, de Trajano Andrade, por ejemplo). No es novelería poner atención especial a una decisión de este tipo: es actualidad. Tampoco creo que se justifique criticar a la prensa porque antes no se habían preocupado por temas ambientales como lo hacen ahora: la prensa debe abanderarse de temas de actualidad y de interés social (eso significa de interés de la sociedad).
Vamos, amigos: podemos hacer algo mejor que buscar pretextos para justificar errores de los seres humanos que, circunstancialmente, son ahora instrumentos de poder ciudadano.
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